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Subiendo a la parte superior de la garganta de las Nogaledas
Uno de nuestros primeros post fue sobre esta garganta del valle del Jerte, no tan concurrida como otras por no tener espacios para bañarse, pero que resulta una ruta sencilla a pesar de la cuesta gracias a los acondicionamientos que se han hecho para facilitar el paso. En varias ocasiones hemos realizado esta subida, es un sitio que nos encanta por las vistas y la paz que nos dan los saltos del agua en su descenso, pero nunca habíamos hecho el segundo tramo, el que continúa hacia arriba al llegar a la carretera.
Aprovechando que desde hace poco tenemos un nuevo miembro en la familia, el pequeño Aku, decidimos que sería una buena ruta para que empezase a acompañarnos en nuestras escapadas. Nuestro pequeño zorrito estaba eufórico olisqueando todo a su alrededor y mordisqueando cada hoja y cada ramita, y nos acompañó como un campeón por los escalones de esta segunda parte de la ascensión.
Este segundo tramo tiene un par de partes un poco más duras que el primero, con zonas apenas con una barandilla, pero con cuidado y un buen calzado se puede subir y bajar perfectamente, y por suerte sólo es el principio de la ruta, con lo que enseguida dejamos el sol y tenemos un camino bajo los árboles siguiendo la garganta de las Nogaledas, con un riachuelo que nos deja beber y refrescarnos con agua potable. Al final del camino llegamos a un precioso salto de agua y para continuar la ascensión debemos cruzar un puente de metal que a los perros puede no resultarles muy cómodo (a Aku desde luego no).
No continuamos la ruta porque al ser muy pequeño aún (5 meses), nuestro perro a lo mejor se cansaba demasiado y la bajada le iba a costar más. No andábamos muy desencaminados, puesto que el descenso de la última parte (con las rocas labradas) lo tuvo que hacer en brazos, el pobre estaba exhausto después de corretear alrededor de nosotros durante toda la marcha. Pero estoy segura de que disfrutó de lo lindo y de que volveremos a hacer rutas con él 🙂
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El ayuntamiento de Plasencia
La plaza mayor de Plasencia es el punto de encuentro más común para quienes visitan el casco histórico de esta ciudad del norte de Extremadura. Y de todos sus edificios, hay uno que destaca de entre los soportales blancos, su ayuntamiento o casa consistorial.
Y no es para menos, el edificio es una casa señorial del siglo XVI obra del conocido arquitecto Juan de Álava. La fachada tiene dos arcadas y unos escudos de Carlos I sobre la puerta y en la esquina derecha, y desde el balcón se puede disfrutar de unas vistas geniales de la plaza, una vista única que hemos tenido el gusto de disfrutar en más de una ocasión 🙂
El pórtico del Ayuntamiento da casi directamente al salón de plenos, que se encuentra en las antiguas caballerizas y en el que se realizan otras actividades de vez en cuando, por lo que con suerte podréis entrar y verlo. Nosotros tuvimos la suerte de celebrar nuestra boda en él 😀
A las dependencias administrativas se accede a través de la calle del Rey, situada a la izquierda, en lo que antiguamente era la cárcel.
Uno de los principales atractivos del Ayuntamiento de Plasencia para los turistas es su campanario, concretamente la estatua que cada hora da las campanadas desde el s. XIII. Se la conoce como abuelo Mayorga y se dice que es un homenaje al relojero que construyó ese reloj, que tuvo que desplazarse varias veces durante su vida para repararlo. La estatua actual es una reconstrucción hecha en los años 70, pues la original se destruyó en el s. XVIII durante la guerra de independencia contra los franceses.
Como podéis ver, el Ayuntamiento de Plasencia es uno más de entre los atractivos de la Perla del Jerte, una ciudad con mucha historia que encierra muchas sorpresas al viajero.
Recursos:
Evento Nomaders Extremadura (I): Las fotos nocturnas
– Escrito originalmente el 25 de Enero de 2011 en el blog personal de Alberto –
El viernes pasado, en el stand de Extremadura de FITUR, un puñado de bloggers nos reuníamos para partir hacia el Evento Nomaders Extremadura, y tras entrevistas y desvirtualizaciones nos embarcamos en el bus y partimos hacia nuestro destino en Monfragüe.
Desde el autobús vimos cómo atardecía y cuando llegamos a la Hospedería Monfragüe de Torrejón el Rubio ya era completamente de noche. Total que, tras soltar el equipaje y tomarse algo, un heterogéneo grupo de bloggers de viajes y fotografía armados con un hambre canina fueron al pueblo con un objetivo claro: ¡Cenarse un puto venado!
Ya contaré más sobre el tema pero de momento, y para ir abriendo boca, voy a hablar del cielo de Monfragüe. No tiene NADA QUE VER con el cielo de Madrid, e incluso con el que se ve cerca de otras ciudades más pequeñas.
Con el resplandor de una luna impresionante, tanto por grande como por brillante, podíamos ver sin problemas infinidad de estrellas y constelaciones. La euforia del momento me empujó a salir a hacer fotos al exterior junto con otros dos locos de la fotografía; Jesús y Jose Ramón.
Ni que decir tiene que este aperitivo sólo sirvió para darnos aún más hambre, y que el día siguiente estábamos deseosos de repetir la hazaña, ésta vez en un lugar más pintoresco. Luchando contra el cansancio de un agotador día con gymkana incluida por Plasencia pusimos en el punto de mira una localización más emblemática. Efectivamente, con la compañía de Isaac de Turismo de Extremadura que también es otro apasionado fotógrafo, no pudimos hacer otra cosa más que, en mitad de la noche, ir hasta el castillo de Monfragüe.
Ésta vez había una fina capa de nubes en el cielo que nos tapaba muchas de las estrellas pero aun así su movimiento con el fuerte viento que hacía producía un efecto curioso al fotografiarlo con exposiciones largas.
Con las nubes y la luna iluminándolas, de hecho, algunas tomas podrían pasar por fotos diurnas. Sobre todo las que hacíamos desde lo alto del castillo, en el que éste fenómeno se acentuaba por todo lo lejos que alcanzaba a verse desde aquella altura.
Incluso estando a varios grados bajo cero y atacados por un viento considerable, nos costó despedirnos de aquél escenario. Por suerte teníamos la motivación de la ruta en 4×4 de Monfragüe Vivo que nos llevaría por esos mismos lares la mañana siguiente y para la cual deberíamos estar descansados.
Podéis ver más fotos del Evento Nomaders Extremadura en nuestras galerías de flickr:
- Zumito (yo)
- Jexweber (Jesús de www.fotonazos.es)
- Joseramonalvaro (de www.viajesrockyfotos.com)
Me gustaría volver a juntarme con estos tres frikis de la fotografía y asaltar más lugares tan interesantes como ha resultado ser éste 🙂
Haciendo senderismo en el Valle del Ambroz
Una de las actividades que más nos gustó del fin de semana que pasamos en el Valle del Ambroz gracias a Blog on Brands fue la marcha senderista que organizó DIVA. Nos sorprendió la cantidad de gente apuntada, más de 150 personas de todas las edades, en lo que fue una marcha animada y poco exigente, en la que todos disfrutaron.
El recorrido que realizamos fue Hervás-Gargantilla-Aldeanueva del Camino. La parte principal no es una ruta oficial de senderismo, y por lo tanto no está señalizada. Es una lástima, porque atravesamos lugares preciosos en nuestro caminar, pero por suerte hay muchas otras rutas que podéis disfrutar y que si las realizamos os contaremos por aquí 😉
La ruta comenzaba por un pinar que hay en Hervás para, una vez fuera del pueblo, cruzar la carretera y adentrarse entre las finchas y terrenos de los vecinos. Ahí pudimos visitar un enorme fresno de más de 200 años, que tengo ganas de ver en otra época, lleno de hojas y en todo su esplendor, porque era realmente grande! Volvimos un poco sobre nuestros pasos y cruzamos la vía del tren de la línea que antiguamente unía Plasencia con Salamanca, en desuso desde hace más de 50 años. Junto al lugar de paso, encontramos un árbol muy singular al que los lugareños denominan «el elefante», por la forma que tiene, y que además han decorado con algunos detalles que acentúan el parecido. La verdad es que el aspecto de elefantito sonriente es muy simpático 🙂
A partir de este punto comenzó nuestra ascensión por las laderas del Valle del Ambroz, en principio por caminos más o menos grandes y frecuentados por vehículos, y poco a poco por senderos más estrechos, con menos fincas y más bosque. Comenzábamos a adentrarnos en un castañar dorado que había alfombrado nuestros pasos con hojas y castañas. Los vecinos suelen frecuentar estos bosques para recoger los frutos, por lo que había más erizos vacíos que llenos.
El castañar parecía joven y vimos pocos árboles viejos, algunos de los cuales ya habían caído, pero la vista seguía siendo maravillosa. Poco después del mediodía hicimos un alto en el camino para recuperar fuerzas y descansar en un claro que estaba dentro de algunas rutas oficiales de senderismo.
Ya quedaba menos para llegar a Gargantilla, y los castaños empezaron a alternarse con robles jóvenes, aún con muchas hojas verdes, pero empezando a notar el otoño. Pasamos algunos claros y, de repente, salimos a una pequeña explanada junto a una finca llena de cerezos; ya estábamos llegando al pueblo. La vista a partir de ahí, sin árboles a nuestro alrededor, era espectacular, con todo el valle a nuestros pies, y viendo una tormenta que se avecinaba, y comenzamos a caminar por cemento y no tierra.
Una vez llegados a Gargantilla, la siguiente etapa, bajar a Aldeanueva del Camino fue coser y cantar, ya que se trataba de un camino vecinal entre las fincas y las casas de los vecinos, aunque al ser sobre cemento los pies sufrían un poco más, pero la promesa de la meta próxima y la comida tras la caminata nos dieron las fuerzas necesarias.
Sin duda un acontecimiento como el Otoño Mágico como mejor se disfruta es adentrándose en la magia de sus bosques, y creo que al año que viene repetiremos la experiencia con otra ruta. Os dejo con un vídeo del último tramo de la marcha, espero que os guste!