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El campanario de Notre Dame, París a vista de gárgola
Hace un tiempo os contamos nuestra visita a la catedral de Nuestra Señora de París, la conocida Notre Dame. Tras salir del tristemente bullicioso templo, decidimos subir al campanario y contemplar las vistas que sus gárgolas llevan disfrutando tantos siglos.
Al campanario se accede por el lateral izquierdo de la catedral, seguro que la cola os da una pista de dónde está. Tras pagar 8’50€ de entrada, comenzamos la lenta subida por las escaleras de caracol de la torre. Sin ascensor que valga, los 387 escalones se hacen pesados y hay que tener cuidado para no resbalarse, ya que algunos están muy desgastados y pulidos por lustros de pisadas; pero la ascensión merece mucho la pena, ya que al terminar la subida y llegar a la galería de las quimeras, las vistas son un regalo para los ojos.
La torre Eiffel, la basílica del Sacre Coeur e incluso el distrito financiero de París pueden apreciarse desde la galería de las quimeras. Al contrario que las gárgolas, las quimeras no son desagües para el agua de los tejados, sino estatuas en toda regla con fines decorativos. La galería que lleva su nombre tiene unas cuantas interesantes a la par que grotescas, con formas humanoides y apariencia de demonios, invitan a preguntarse qué pasaría por la mente de los escultores al tallarlas. Una de las más famosas es, como me dijeron a mí, «la que no se cansa de mirar París», con su cabeza apoyada sobre sus manos y burlándose del paso del tiempo mientras sigue estoica en su posición. No puedo envidiarla más, con sus ojos de piedra habiendo contemplado tantos años esta preciosa ciudad. La otra celebridad de la galería es el «jorobado», con cuya imagen comenzábamos el post y que a mí personalmente me encanta.
Tras un tiempo admirando las tremendas vistas e hinchándonos a hacer fotos, nos hicieron pasar a la otra torre de la catedral y subimos aún más, hasta el espacio donde se encuentra la enorme campana mayor de Notre Dame, llamada Emmanuelle. Instalada en 1400, actualmente sólo suena durante las grandes celebraciones y es la única campana original de la catedral que ha sobrevivido, puesto que las 9 campanas de la otra torre fueron destruidas durante la Revolución Francesa. Eso le da más mérito al silencioso gigante que nos encontramos en la penumbra, esperando su turno para repicar, muy impresionante. Y en compañía de Emmanuelle estuvimos esperando mientras en pequeños grupos subíamos a la cima del campanario, donde unas vertiginosas vistas a 69 metros de altura nos esperaban. El tiempo en la cima de la torre es limitado (unos 5-7 minutos), y aunque yo lo apuré al máximo me pareció poco; por suerte, una vez en el hotel, las fotos tomadas terminaron el trabajo de mis ojos, y el gusanillo del estómago por la altura llegó incluso a aparecer.
La visita al campanario de Notre Dame terminó tal como subimos, con las tortuosas y a ratos resbaladizas escaleras de caracol, en esta ocasión con un poco de más de mareo que en la subida y con muy pocas ganas de hacer el camino. A pesar del precio, recomiendo mucho tener esta experiencia y contemplar lo mismo que los ojos del jorobado de Victor Hugo, París a vista de gárgola.
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Un fin de semana viajando en coche por Normandía
Muchas veces, a la hora de elegir un destino, nos sentimos limitados por temas económicos o incluso por horarios. El vuelo que nos cuadra en el presupuesto sale demasiado temprano o demasiado tarde y no hay servicios de transporte regulares desde el aeropuerto; sólo hay un tren al día, hay que cogerlo en una ciudad lejana, hace mil paradas y tarda un montón de horas; no hay autobuses regulares que hagan el recorrido que queremos… Pero también muchas veces pasamos por alto destinos que son relativamente cercanos y que, si haces en compañía de otros conductores, pueden resultar muy interesantes para hacer un road trip en coche.
Mis primos y yo hemos optado por viajar de esta forma en más de una ocasión. Aprovechando que uno de ellos vive en Caen, hace dos años fijamos en esta ciudad francesa nuestro campamento base (que es una forma más interesante de decir que «tiramos las colchonetas hinchables en el salón de su casa») e hicimos un recorrido por la zona del desembarco de Normandía, esta vez en el coche de mi primo, pero lo cierto es que estuvimos valorando alquilar uno por si no pudiéramos contar con él, ya que por suerte hay oficinas de Sixt por todo el mundo y nos daban la posibilidad de alquilar un coche todo el fin de semana para los cuatro por poco más de 20€ cada uno.
Evidentemente, lo primero que visitamos fue Caen. Al hacer noche allí era una buena opción empezar viendo esta ciudad que, a pesar de que fue destruida casi en su totalidad durante la Segunda Guerra Mundial, conserva un impresionante castillo y un importante número de iglesias y monumentos históricos. Además, al no tener prisa por movernos, aprovechamos para cervecear tranquilamente en las terrazas de sus bares.
Al día siguiente y con resaca las pilas recargadas, hicimos un recorrido que empezó cruzando el nuevo puente Pegasus en dirección a Arromanches, donde tras pasear por la playa de Gold Beach, plagada de bloques de hormigón que pertenecieron a un puerto mulberry, visitamos el museo del desembarco y nos comimos un buen plato de moules-frites o, lo que es lo mismo, mejillones con patatas fritas.
Nuestro viaje continuó dirigiéndonos hacia el cementerio americano de Omaha-Beach, no sin hacer antes una parada para contemplar las baterías alemanas de Longues-sur-Mer. Pasamos un buen rato buscando a los medalla de honor como nos recomendaron que hiciéramos pero, llamadnos torpes, no encontramos a ninguno de los tres que se supone que hay así que, como nos faltaba mucho por ver, sólo nos detuvimos un rato en Pointe-du-Hoc.
Ya de vuelta, como estábamos asados de calor y no teníamos ropa de baño, fuimos recorriendo los puestos y tiendas que había por los pueblos de la costa en busca de bañadores para darnos un chapuzón de última hora. Los precios que se veían eran completamente disparatados, y nuestras ganas de bañarnos iban en aumento, con lo cual, buscamos una playa nudista que supuestamente hay cerca de Merville, y realmente no se si la encontramos o no, pero como por allí había un señor en cueros, pues nosotros nos fuimos en cueros al agua también (perdonad que de aquello no haya fotos ;)).
Dejamos bastantes cosas en el tintero (buena excusa para tener que volver), pero no íbamos a estar muchos días, y también queríamos visitar algunos lugares más, como el impresionante (y masificado) Mont Saint-Michel, del que ya os hablaré, porque merece un artículo para él solo.
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La catedral de Nuestra Señora de París
Si pregunto por una imagen de París, la mayoría pensará en la Torre Eiffel, símbolo de la ciudad y del amor parisino. Pero hay otro monumento que también nos viene a la mente, Notre Dame, la colosal catedral gótica con un aspecto que todo el mundo reconoce. Como visita imprescindible en la capital francesa, nosotros la hicimos cuando estuvimos allí, y es uno de los lugares que más me gustaron de París, junto con las catacumbas.
Este monumento se encuentra en la Île de la Cité (isla de la ciudad), una isla del río Sena con mucha historia, cerca de la cual nos hospedábamos en un apartamento que encontramos en All-Paris-Apartments. En sus orígenes romanos, cuando se llamaba Lutecia, estaba situado un templo en honor a Júpiter, y posteriormente hubo una iglesia románica. En el siglo XII se decidió derruir esta iglesia y construir una catedral, símbolo de la prosperidad de París. Nuestra Señora de París (su nombre en español) fue financiada por multitud de comeciantes y gente adinerada; su construcción abarcó casi 300 años y ocupó la vida de varios arquitectos. La larga duración y las distintas mentes que estuvieron implicadas han dado como resultado una construcción que abarca desde el románico normando hasta el gótico, dando como resultado un edificio bastante interesante. Del románico ha heredado una base sólida y compacta, y del gótico su construcción de las partes más altas, con unas sujeciones y soportes que distribuyen muy bien el peso y que son visibles desde el exterior. La consecuencia directa es que Notre Dame es armoniosa, única y admirada por todo el mundo.
La plaza en la que se encuentra es amplia y resalta su tamaño, que es bastante grande. Normalmente la visita a su interior se realiza por una puerta a un lado de los pórticos, fácilmente identificable por la larga cola que se forma. La entrada a la catedral es gratuita, pues está abierta al culto y se celebra misa de manera habitual. La nave central es impresionante, amplia y muy alta, con una imagen tras el altar de la Virgen María, iluminada por focos que hace que destaque aún más. Si algo me impresionó de Notre Dame fueron las vidrieras que cubrían todas las ventanas; tenían tanto detalle que para poder apreciar algunos detalles tenía que mirarlas a través del zoom de la cámara. Las naves laterales están llenas de pinturas y estatuas con motivos religiosos, aunque algunos daban un poquito de grima, como una que representaba a la muerte. También podemos encontrar una maqueta a escala de la catedral, en la que podemos apreciar los detalles que nos pasan desapercibidos desde abajo y admirarla en su conjunto.
Como punto en contra, debo señalar la masificación. Al ser un lugar tan conocido, todo el mundo quiere entrar ahí y eso da lugar a que Notre Dame parezca una feria, con gente que habla alto, se empuja, pega flashazos a todo lo que encuentra y que no tiene ningún respeto por la gente que va allí a rezar. Ni la presencia de guardas y carteles en todos los idiomas por todas partes surten efecto, y eso resta mucho a los que, entre otras cosas, apreciamos el aire solemne, silencioso y de paz de un templo religioso. Por ello nuestra visita fue más breve de lo que me hubiera gustado y no vimos el enorme órgano de la catedral de Notre Dame, que constituye un objeto de deseo para los organistas de todo el mundo, ya que sólo los mejores son elegidos para ocupar el cargo de organista de la catedral. Está dentro de nuestra lista de razones para volver a París 😉
La salida de la catedral de Notre Dame son los enormes pórticos que dan a la plaza. Estas tres enormes puertas tienen nombre propio y representan cada una una cosa distinta: La de la izquierda es la Puerta de la Virgen porque hay una Virgen con el niño Jesús en la columna central; la del centro es la Puerta del Juicio Final y la de la derecha es la Puerta de Santa Ana, y los relieves cuentan la vida de esta santa. Merece la pena mirarlas con atención, pues tienen muchos detalles.
Después de visitar el interior de la catedral de Nuestra Señora de París, decidimos subir a ver el campanario, pero como suele decirse, eso es otra historia 😉
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Saint Émilion: paseando entre vides
Seguro que todos los aficionados al vino ya conocéis la denominación de origen de Saint Émilion; una pequeña región cercana a Burdeos famosa por sus tintos. Rodeada de viñedos hasta más allá de lo que alcanza la vista, esta pequeña población del norte de Aquitania es un lugar donde perderse durante horas y relajarse paseando por los caminos que comunican sus châteaux.
Todos los años hago un viaje con mi hermano y mis primos que, ya que cada uno vivimos en un sitio distinto, nos sirve como excusa para reunirnos y pasar unos días juntos. Este año, gracias a que nos dejaron un piso en Burdeos, decidimos aprovecharlo y pasar 5 días por la zona y hacer una escapada para visitar Saint Émilion.
Lo primero que hicimos al llegar fue dirigirnos al centro del pueblo. No nos costó encontrar la oficina de turismo, donde cogimos unos cuantos panfletos y mapas en los que se mostraban los diferentes châteaux que estaban abiertos al público. Cada château tiene su propia oferta, desde una simple cata de sus caldos, degustación de queso o una pequeña lección de maridaje, hasta una visita completa por el château y los alrededores, en los que te explican todo el proceso de elaboración y distribución del vino, con varios idiomas para elegir.
Si sabéis francés quizás os estéis imaginando los châteaux como unas enormes casas señoriales con sus tierras alrededor, o incluso algún tipo de castillo, pero no os hagáis ilusiones. Simplemente es como se denominan las fincas productoras de vino de la zona, aunque sí es cierto que hay algunas realmente bonitas.
Así pues, una vez tuvimos la información necesaria y hubimos visto las diferentes opciones que teníamos, decidimos seguir uno de los caminos propuestos rodeando Saint Émilion y pasar la mañana paseando entre viñedos. Resultaba impresionante y muy relajante mirar a lo lejos y ver las enormes extensiones de campos de vides perfectamente alineadas hasta el horizonte. Además, a pesar de estar en pleno verano, la temperatura era realmente agradable, con unas nubes discretas que proporcionaban la sombra justa, y que además quedaban muy fotogénicas.
Quizás muchos considerarían que en un viaje tan corto como el que realicé (sólo estuve 4 días por la región), el estar una mañana entera holgazaneando entre campos sería una pérdida de tiempo. ¡Con la cantidad de cosas que hay que visitar! Pero, creedme, es algo que me alegro mucho de haber hecho y que además recomendaría a cualquiera. Al fin y al cabo, ¡estás en la tierra del vino! ¿Qué mejor manera de ir abriendo el apetito para luego regar una buena comida con los mejores tintos del mundo? 😉
Cómo llegar a Saint Émilion:
Lo mejor y más cómodo para llegar a Saint Émilion es utilizar el coche. Está a tan solo 35Km siguiendo la carretera N89 y tomando la salida hacia la D1089, la cual deberemos seguir y tomar las indicaciones hacia D243-Saint Émilion.
Si preferimos viajar en transporte público, hay un servicio de autobuses que sale desde la esquina junto a la oficina de turismo de la calle Orleans, pero realmente no es recomendable (tiene un servicio muy limitado en cuanto a frecuencia y horarios).
Es más prátcico tomar el tren, desde la estación de Burdeos Saint-Jean, tomando la línea que va hacia Libourne. Hay trenes de vuelta hasta las 21h. Eso sí, la estación está a más de kilómetro y medio, y el camino es cuesta arriba (aunque no es muy pronunciada). Para llegar al pueblo sólo hay que salir de la estación y seguir la carretera hacia la derecha.
Recursos:
- Galería de fotos de los viñedos de Saint Émilion en flickr
- Lista de châteaux abiertos al público.
- Horario de trenes.
- Información para moverse por Dordogne en Trip Avdisor (en inglés).
Foto de cabecera realizada por mi hermano, Adrián Rodríguez.