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El parque de las ciencias de Granada
En nuestra visita a Granada no sólo pudimos echar una mirada al pasado en la Alhambra o la catedral, ni únicamente estuvimos de tapeo por sus calles. Otro de los atractivos de la ciudad es el moderno parque de las ciencias, que podemos encontrar a escasos 20 minutos a pié del centro histórico.
Nada mas llegar al parque nos encontramos sentado en un banco a la sombra a Albert Einsten, que nos daba la bienvenida al edificio principal del recinto en el que, al igual que en el Cosmocaixa de Alcobendas, lo que más llamaba la atención tras entrar era el péndulo de Foucault que da el nombre a éste pabellón.
La entrada tenía un precio de 6’50€ que en principio puede parecer algo caro, pero hay que tener en cuenta que puedes pasar el día entero viendo cosas y aun así faltarte tiempo, así que gustosamente pagamos y fuimos recorriendo las distintas salas temáticas que se albergan en ésta primera nave. Salas dedicadas a la física y la mecánica, a la óptica y la luz, a la biosfera, incluso otras con juegos y experimentos curiosos para niños y, en la parte más alta del edificio, el planetario -que por falta de tiempo no pudimos visitar-.
Antes de que pudiéramos darnos cuenta se nos había pasado prácticamente toda la mañana, ¡y todavía no habíamos pisado el exterior!
Al salir al patio central, como si fuéramos niños, empezamos a enredar con todos los «juguetitos» que había, con los que experimentamos curiosidades sobre el sonido, el agua y la astronomía, o cómo la perspectiva puede distorsionar nuestra percepción visual de las cosas. Por supuesto subimos a la torre de observación y admiramos todo el skyline de Granada desde lo alto y con la sierra de fondo, no sin leer todas las notas y curiosidades sobre los edificios, las montañas y demás que allí nos contaban.
Siguiendo hacia la derecha del patio y tras pasar un ajedrez gigante, vimos otras carpas más pequeñas, un jardín botánico (con laberinto incluido) y un mariposario en el que paramos bastante tiempo intentando sacar alguna foto decente de las impresionantes mariposas que volaban y planeaban a nuestro alrededor. Lamentablemente la falta de luz y de euros invertidos en equipo (además de nuestra torpeza) nos obligaron a conformarnos con fotos de cuando estaban posadas cerca comiendo fruta o descansando 🙂
Por desgracia no pudimos visitar el macroscopio, que es el edificio de más reciente incorporación al parque, pero el día se estaba acabando y queríamos ver la Alhambra al atardecer desde el mirador de San Nicolás. En fin, ¡así tenemos excusa para repetir cuando volvamos!
Cómo llegar:
El parque se encuentra situado al sur del centro histórico de Granada, a 20 minutos a pié. Una vez cruzado el río Genil habrá que seguirlo hacia el este. La entrada al parque se ve fácilmente desde la Avenida del Mediterráneo.
Recursos:
El Mirador de San Nicolás, las mejores vistas de la Alhambra
Este verano hicimos una visita a Granada, una ciudad de la que habíamos oído maravillas y teníamos muchas ganas de conocer. Antes de poder visitar el último reducto musulmán en España, pudimos contemplarlo en el Mirador de San Nicolás, sin duda el mejor lugar para tomar una fotografía de la Alhambra.
Pasamos un fin de semana deambulando por sus calles y visitando sus monumentos y nos alojamos en pleno barrio del Albaicín, en un precioso edificio del siglo XVI rehabilitado que encontramos gracias a Wimdu. El dueño además nos dió un mapa turístico y nos indicó los lugares de mayor interés y dónde podíamos tomar buenos pinchos.
Este barrio es el centro para muchos granadinos y la parte con más historia de Granada, con sus calles laberínticas típicas de las ciudades musulmanas; en él encontramos muchos bares y restaurantes que ofrecen espectáculos de cante y baile, y se encuentra el Museo del Flamenco. Otro de los muchos atractivos que tiene esta parte de Granada, preciosa y con mucho encanto, es el mirador de San Nicolás, situado en la plaza del mismo nombre. Al estar en una colina (muy empinada, por cierto), ofrece una vista de la Alhambra en todo su esplendor, y como la casa donde nos alojábamos estaba el pleno casco histórico pudimos ir dando un corto paseo.
En la plaza de San Nicolás suele haber algún cantaor flamenco dispuesto a deleitarnos con su arte mientras disfrutamos de la puesta de sol, sin duda el mejor momento para contemplar la impresionante Alhambra. La única pega que le vimos al mirador fué que estaba abarrotado y casi había que luchar para conseguir un buen lugar. Aún así merece la pena subir y ver el atardecer, ¡es impresionante!