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Los caminos de torii de Fushimi Inari
Uno de los lugares que más me gustó de nuestro viaje a Japón fue Fushimi Inari, un santuario muy particular y uno de los lugares más famosos de Kyoto. Lo que lo diferencia de los demás son los caminos formados por torii que recorren toda la colina donde se sitúa.
Inari es el dios sintoísta del arroz y la agricultura, y sus templos están flanqueados por estatuas de kitsune, un ser mitológico con forma de zorro al que se le otorgan poderes como la transformación, volar y sabiduría. Son considerados los sirvientes de Inari y al dios se le representa en ocasiones como un kitsune. En la colina donde se encuentra hay multitud de pequeños templos sintoístas y a ellos se llega por los caminos cubiertos de torii, formando verdaderos túneles rojos.
Estos pórticos de madera son casi todos donaciones de particulares o empresas al templo para conseguir la protección de Inari, y por la parte de atrás puede leerse a quién pertenece; un detalle que si sabes japonés le quita mucho glamour al lugar, ¿no creéis? También hay un camino que recorre un pequeño bosque de bambú, que aunque no es tan impresionante como el de Sagano, merece la pena recorrerlo y escuchar el chocar de los troncos cuando hace aire.
Nosotros estuvimos al atardecer y fue como transportarse a otra época; la tranquilidad que se respira y se siente mientras caminas da la sensación de no estar en una urbe japonesa, sino en mitad del campo. Realmente, por mucho que os diga lo especial que es este lugar, no hay palabras para describir las sensaciones que te proporciona un lugar así. Es algo que debéis experimentar por vosotros mismos.
Recursos:
- Galería de fotos de Fushimi Inari en flickr
- Ubicación en Google Maps
- Post sobre Fushimi Inari en el blog ‘Un español en Japón’
Tetsujin Project: Un robot gigante en Kobe
En 1995 la ciudad japonesa de Kobe fue acometida por un terremoto que destruyó más del 20% de la ciudad, causó 5000 muertes y dejó a miles de personas sin hogar. Desde entonces la ciudad se ha esforzado no solo por resurgir, sino por mejorar. Para ello han construido autopistas elevadas, un impresionante puerto lleno de atracciones y han adornado sus calles y plazas con monumentos como la reproducción gigante del robot Tetsujin 28.
Es posible que el nombre Tetsujin 28 no diga nada a la mayoría de los no nipones, ya que su versión animada se exportó renombrada como Iron Man 28 o Gigantor, y aunque muchos no vieron su emisión hasta principios de los 80, las historias en papel de este personaje datan de 1956, haciendo de él el primer «mecha» o robot controlado por humanos.
Esta mole de 18 metros y 50 toneladas, es un homenaje a su autor Mitsuteru Yokoyama, un mangaka de renombre originario de Kobe, y se encuentra en una plaza cuyas calles adyacentes está decoradas con motivos referentes al robot, plagadas de restaurantes y tiendas de merchandishing.
Quizás fuera porque lo visitamos cuando llevaba poco tiempo inaugurado pero lo cierto es que, con todo, era un lugar tranquilo y sin aglomeración de turistas. Para aficionados al manga, como a la cultura japonesa en general, es una parada recomendable en la que podemos hacer tiempo antes de, por ejemplo, ir a visitar el puerto de Kobe al anochecer.
Cómo llegar:
La estación más cercana es Shinnagata (新長田). Desde Osaka (大坂) podemos llegar cogiendo un JR Special Rapid Service hasta Kobe (Hyogo) (神戸兵庫) y ahí hacer transbordo a la JR Kobe Line hasta Shinnagata (新長田). El viaje saldrá por 690¥ y es posible utilizar el Japan Rail Pass (JRP). La estatua de Tetsujin se encuentra a 800 metros caminando hacia el sureste.
Recrusos:
El tranquilo bosque de bambú de Sagano
En la zona oeste de Kyoto, ligeramente apartado del bullicio de la ciudad, se encuentra un lugar muy tranquilo en el que relajarse dando un paseo. Uno de los más famosos y bonitos bosques de bambú de Japón descansa sobre la loma de la montaña de Arashiyama.
Aquella mañana, después de seguir el curso del rio Hozu desde la estación de Kameoka, montados el tren romántico de Sagano (el Torokko Ressha), llegamos hasta la estación de Saga Arashiyama. Nada más salir de ésta y avanzar apenas unos metros nos vimos en un camino rodeado por una inmensa fronda de tallos de bambú.
Puede que el ritmo frenético que llevábamos viviendo los días anteriores influyera pero, sin duda, lo que nos invitó a pasar las siguientes horas paseando sin rumbo fue el relajante sonido de estas plantas al chocar entre sí mecidas por el viento.
Por cierto, no importa que sea un lugar apartado y tranquilo, y que a ratos sientas que estas aislado en un mundo antiguo mientras paseas por retorcidos caminos que invitan a perderse. Siempre habrá una máquina de vending para recordarte que consumas y te hidrates.
El bosque de bambú de Sagano es guay 😉
Cómo llegar:
Aunque se puede llegar desde la estación de Kyoto en la JR Sagano Line hasta Saga-Arashiyama (trayecto al que puedes acceder con el Japan Rail Pass), nosotros optamos por ir hasta Kameoka en la misma línea, comprar los billetes para el Torokko Ressha y hacer el trayecto en él hasta Saga-Arashiyama.
El precio del Torokko Ressha de Kameoka a Saga es de 600¥