15 días por Japón día 05: Nara

Japón - Nara

– Escrito originalmente el 2 de abril de 2010 –

Gracias a la nieve del otro día, anoche me acosté con fiebre y a pesar del pastillazo que me tomé amanecí hecha mierda. Así que nos tomamos el día de tranqui y fuimos a Nara, que está cerquita de Kyoto. La ciudad es conocida por albergar el templo de Todaiji y la cantidad de ciervos sueltos que hay por los parques de alrededor.

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Los ciervos son pequeños y se pueden comprar galletas de arroz para darles de comer, cosa que los japoneses y los extranjeros se pirran por hacer (yo no, no tenía muchas ganas de enredar, aunque me hubiera gustado). Pero hay que tener cuidado, porque los ciervos no dejan de ser animales y ya sabéis cómo son los bichos cuando hay comida de por medio….se vuelven bestias sin piedad.

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Los bambis abrían los ojos un montón en cuanto divisaban manos con galletas y salían detrás de la gente; no sé vosotros, pero a mí me daba mal rollo ver cómo perseguían a la gente, y por lo visto a veces muerden y dan topetazos. Por desgracia no ví nada de eso.

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Todai-ji es el edificio de madera más grande del mundo, y eso que lo que hoy en día se puede ver es una reconstrucción que hicieron tras un incendio que tiene el 70% del tamaño original. Impresionante.

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Y ahora viene la aventura, porque yo pachucha como estaba no tenía ganas de trote, pero adivinad lo que había a montones en Nara: mogollón de turistas, extranjeros y japoneses, porque Nara es un destino de vacaciones habitual. Así que estaba PETADÍSIMO de gente. Y con ese ambientazo, nos metimos a ver el Todai-ji.

Hacerme una foto en la entrada fue como una prueba del Grand Prix, qué horror. Y si no fuera suficiente, mientras grababa un vídeo, una señora me empujó y casi me caigo de bruces, ¡qué poca educación, copón!

Dentro del templo hay un Buda de bronce enorme y otros dos budas más «pequeños» de metal a los lados y más estatuas de las que no te puedes llevar a casa.
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También hay un agujero en una de las vigas, que según se dice, si puedes pasar por él, tendrás buena suerte. Lo ví y cabía en él seguro, pero la cola era tal que preferí pasar (NOTA: Y ahora ya no quepo 🙂 ). De camino a casa paramos en un restaurante donde nos comimos un cerdo empanado con arroz, para variar, muy rico y muy caliente, creo que casi me quedo sin lengua esta vez.

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Luego por la tarde, tranquilamente nos dirigimos a Nagaoka a hacerle una visita a Vicente, que nos había acompañado durante sus días libres y hoy ya tenía que trabajar. Su restaurante se llama Alegre y es muy pequeñito, pero muy cuco, como se suele decir. Su mujer Ayaka es muy maja, y nos comimos unas albóndigas con salsa verde, pollo al ajillo, un arroz con tomate y una paella sevillana que, sin duda fue un gran descubrimiento, no había probado el arroz de esa manera y está buenísimo (NOTA: Por desgracia, el restaurante Alegre cerró hace unos años 🙁 ).

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Estuvimos con una amiga suya a la que da clases de español y que tenía muchas ganas de hablarlo, una lástima que nos explicáramos tan mal y todos habláramos de forma distinta (dos vascos, una extremeña y un medio madrileño…tela xD), la pobre a veces no se enteraba. Les descubrí el Valle del Jerte, a ver si alguno se anima a visitarlo otro año, que mola mucho 😉

Y después de asaltar una tienda de todo a 100 yenes (¡¡caramelos con colágeno!!), nos fuimos pa casita, que eran más de las 12 y nos iban a cortar los trenes en nada. Tenemos que visitar otra vez Nagaoka, es una ciudad muy tranquilita, podría vivir en ella.

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