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Minubetrip «vive Extremadura» I: El Tajo Internacional en 4×4
De la mano de Minube y Turismo de Extremadura asistí hace un par de semanas a un viaje increíble por mi tierra, descubriendo lugares que no son una primera opción turística pero que sin embargo tienen mucho que ofrecer y que a pesar de ser extremeña en muchos casos desconocía.
Comenzamos nuestro viaje adentrándonos en la zona de Cedillo, el pueblo más occidental de Extremadura, rozando a nuestro vecino Portugal, e instalándonos en la casa rural Dehesa de Solana. Allí comprobamos que nos encontrábamos tan cerca del país vecino que pasábamos a tener cobertura portuguesa. Una vez acomodados, visitamos el Ayuntamiento de Cedillo, donde su alcalde, nos contó que es el único pueblo con una guía telefónica de motes, ¡qué original!
Tras la presentación de las actividades que realizaríamos en el Parque Natural Tajo Internacional, fuimos al Mirador de las Carrasqueras a disfrutar de la típica sopa de pez, realizada con carpas, verduras y hierbabuena, todo natural y de la zona (el pescado lo habían pescado esa misma mañana). Deliciosa.
La sobremesa tocaba a su fin y nosotros comenzábamos nuestra visita en 4×4 al Parque Natural del Tajo Internacional, con 50.000 hectáreas sólo en España, ya que es el único parque que abarca una extensión de territorio en más de un país. En él se dan cabida especies en peligro de extinción como la cigüeña negra, el buitre negro o el águila imperial, adquiriendo un gran valor ecológico. Nuestra primera parada fué en el Balcón de las Pizarras, una pequeña explanada en el terreno empinado donde pudimos descubrir con ayuda de unos prismáticos un nido de la tímida cigüeña negra entre las rocas. Seguimos nuestro recorrido dando tumbos en el todoterreno por las fincas donde se encuentra el parque, admirando la dehesa de alcornoques y aguzando la vista para intentar divisar algún ciervo. Pero lo más interesante con lo que nos cruzamos fueron vacas y las abejas de unas colmenas, muy poco amistosas estas últimas.
Antes de la cena teníamos una última parada, en pleno alcornocal nos llevaron a ver varias tumbas antropomórficas que existen en los alrededores de Cedillo. En ellas, nuestros antepasados depositaban a sus muertos (mucho más pequeños que nosotros), siempre con los pies orientados hacia el este. De este conjunto funerario destaca la tumba con losa más antigua de Europa, que data del siglo IV, con losa formada por una laja de pizarra; el resto de tumbas o carecen de ellas o la conservan parcialmente.
La decepción que tuvimos con los ciervos (que sólo vimos desde muy muy lejos un instante) se vió compensada con una sorpresa que nuestros guías nos tenían preparada: una cierva de un año que habían recogido de pequeña llamada Bambi, a la que estuvimos acariciando y dando de comer mientras ella, sufrida, dejaba que le echásemos fotos.
El día había sido duro y caluroso, así que hicimos una parada en las casas rurales antes de la cena. Después visitamos el museo etnográfico de Cedillo, donde nos enseñaron los utensilios que se usaban antiguamente para cocinar, lavar, arar, y cunas antiguas de madera, telares, etc. Lo que más me llamó la atención fueron los tuppers hechos de corcho, que es aislante y por lo tanto conserva muy bien el calor y el frío, ¡menudo invento! Tras ver la puesta de sol en la azotea del museo, disfrutamos de una cena con platos portugueses, como buñuelos de bacalao o frango asado, que es una especie de pollo más pequeño; todo ello regado con vino y risas de todos aquellos que nos habían acompañado durante el día, con los que compartimos la comida y las anécdotas haciendo que la velada fuera muy especial.
Pero se nos hizo tarde y al día siguiente tendríamos que madrugar, así que concluimos la noche mucho antes de lo que nos gustaría, pues nos esperaba a la mañana siguiente otro día repleto de actividades.
Vé el resto de las entradas sobre el viaje pinchando en los enlaces:
- Segundo día: De barcos, jamones y juglares.
- Tercer día: Las maravillas del Geoparque de las Villuercas.
- Cuarto día: El pequeño gran pueblo de Guadalupe.
Recursos:
La Garganta de Los Infiernos: una Reserva Natural junto al Jerte
Como ya os hemos comentado en alguna ocasión, el Valle del Jerte consta de bastantes gargantas que lo riegan. La Garganta de los Infiernos situada entre las localidades de Cabezuela del Valle y Jerte es la más importante, tanto como aporte de agua para el río Jerte, como por ser una reserva natural.
Aprovechando que teníamos una mañana libre, partimos desde Plasencia, rumbo al noreste por la carretera del Valle del Jerte. Tras conducir poco más de media hora y atravesar Navaconcejo y Cabezuela del Valle, enseguida vimos la gran señal que nos guiaba hasta el centro de interpretación de la reserva. Dejamos el coche en el aparcamiento que hay junto a sus instalaciones y comenzamos el ascenso con paso firme.
El comienzo de la ruta, si no estás acostumbrado a andar por el campo, puede asustar un poco por los desniveles que hay que salvar, pero en cuanto avanzas un poco te das cuenta de que en realidad es un camino muy llano. Tras un pequeño ascenso al comienzo de la senda llegamos al mirador del Chorrero de la Virgen, donde hicimos una parada para admirar el paisaje que nos ofrecía el bosque caducifolio que cubre la Sierra de Tormantos. Por cierto, apuntado queda en nuestra lista de «pendientes» volver en otoño 😉
Dejando atrás el mirador comenzamos el descenso hasta los Pilones por un camino en gran parte empedrado, y aderezado con los «buenos días» y otros saludos que intercambiábamos con los numerosos visitantes que lo recorren los fines de semana. Familias con sus mascotas, jóvenes, senderistas, fotógrafos de aves e incluso jubilados pasaron a nuestro lado, pero a pesar de todo en ningún momento resultó agobiante ni molesto.
Incluso siendo primavera y estando el agua bastante fría, ya que procede del deshielo, encontramos algún atrevido bañista y gente tomando el sol sobre los canchos. Las formas que la erosión circular del agua ha producido sobre el granito hacen que los Pilones sean un lugar que invita a observar los pequeños saltos de agua y los remolinos que se forman durante horas.
Aunque ésta es una buena época para visitarlo precisamente porque trae más agua, seguro que en verano volveremos a darnos un chapuzón.
Después de recrearnos paseando por el puente y el camino que los rodea volvimos al centro de interpretación y tras tomarnos una caña en el bar de la lado y, aunque hubiéramos podido quedarnos a pasar la tarde y comer por allí, ya que el pueblo está muy cerca y hay muchos restaurantes, volvimos al coche y seguimos nuestro camino.
Cómo llegar a la Garganta de los Infiernos:
Partiendo desde Plasencia, tomar la Carretera del Valle (N-110) en dirección Barco de Ávila, dejar atrás Navaconcejo y cruzar Cabezuela del Valle. Al salir de Cabezuela, nada mas dejar atrás la salida hacia Hervás por el Puerto de Honduras veremos una señal grande que nos indica la entrada al centro de interpretación, que queda a nuestra derecha.
Recursos:
El castillo de Belvís
Por la autovía A-5 en dirección a Trujillo podemos encontrar el pueblo de Belvís de Monroy. Nadie diría que este pueblecito a 20 km de Navalmoral de la Mata tuviera algo digno de visitar, pero si pensáis eso estáis muy equivocados, pues el castillo de Belvís es una fortaleza muy curiosa y, a pesar de su mal estado de conservación, impresionante.
Durante la Reconquista, el rey Sancho IV necesitaba que se repoblaran las zonas arrebatadas a los árabes, y para proteger a los valientes que decidían instalarse otorgó poderes a un caballero, que comenzó a edificar la una fortaleza en el señorío de Belvís en el siglo XIV. Durante los 100 años siguientes este enclave sufrió asedios y ataques por parte de bandoleros y los señores del castillo de Monroy, parientes de los señores de Belvís; esto supuso que alrededor de la torre que constituía la plaza fuerte se edificaran murallas y estructuras de sólido granito que conformaron un castillo en condiciones de soportar los continuos asaltos. Esta parte es la que mejor se conserva y ofrece una vista espectacular desde la cara sureste. Las disputas entre las dos familias terminaron solucionándose casando a los hijos de ambas familias, Isabel de Almaraz y Hernán Rodríguez de Monroy, con lo que los señores de Monroy se hicieron cargo del señorío y su castillo (de ahí el nombre del pueblo).
Ya en el siglo XVI, sin tanta batalla y más preocupados por las comodidades y el lujo, los nobles del castillo fueron añadiendo dependencias que lo hacían más habitable y señorial. Esto continuaría en los dos siglos posteriores, con lo que tenemos en esta fortaleza un conjunto de estilos arquitectónicos muy curioso: medieval, renacentista, gótico, plateresco y barroco. Sin embargo, al tener más elementos decorativos en adobe y ladrillo, las últimas ampliaciones del castillo se han deteriorado enormemente y no queda nada prácticamente de ellas, aunque se conservan algunos detalles.
Actualmente el castillo de Belvís se encuentra en estado de ruina, aunque se han hecho algunos trabajos de restauración para facilitar su acceso como escaleras y andamios que nos permiten acceder a la ronda por las murallas y la parte alta de la torre del homenaje. Las vistas que se pueden disfrutar son tremendas, pues el castillo domina toda la comarca del Campo Arañuelo. Como todos los castillos medievales, se encuentra en un enclave privilegiado para vigilar sus dominios y merece la pena hacer el esfuerzo de subir (con cuidado) y sentarse a contemplar una puesta de sol. Como en muchos otros castillos españoles, su estado de conservación es pésimo y aunque su entrada sea libre, no está libre de cierto peligro para los exploradores más intrépidos.
Recursos:
La ciudad romana de Cáparra
Sin alejarnos mucho de Plasencia, viajando poco más de media hora en coche hacia el norte y camino a Guijo de Granadilla, podemos visitar los restos de la que hace casi 20 siglos fue una importante urbe romana. La ciudad de Cáparra, de la cual se conserva perfectamente su puerta de cuatro arcos, es una parada que realmente merece la pena si estamos visitando la zona.
Desde tiempos ancestrales, Cáparra ya existía aunque no eran más que asentamientos indígenas, hasta que en el siglo I d. de C. se le otorgó el rango de municipio romano, lo cual impulsó su desarrollo.
Está construida sobre el trazado de la Vía de la Plata, que unía Emérita (Mérida) con Astúrica (Astorga), siendo la vía más importante para unir el norte y el sur de la parte occidental de la Península Ibérica, y además está situada en una zona alta. Estas dos coincidencias la dotaron de una importante situación estratégica, al convertirla en un paso obligado para gran cantidad de mercancías, así como por permitir el control de varias vías naturales de comunicación.
Con la caída del Imperio Romano la ciudad cayó en crisis al producirse el descenso de tráfico por las vías que cruzaban por ella. Además, al finalizar la reconquista, la importancia que fue cobrando Plasencia y las vías alternativas de comercio que fueron apareciendo, hicieron que la urbe continuase con su despoblación.
En los últimos años se han realizado varios estudios arqueológicos y mediante excavaciones se ha ido recuperando información sobre el trazado urbano de Cáparra. Alrededor de su puerta de cuatro arcos se pueden distinguir los restos de lo que fueron los cimientos de su puerta Sureste, el foro, una de sus tres necrópolis conocidas, las termas, e incluso un anfiteatro.
Se puede visitar y recorrer libremente toda la excavación, que está muy bien señalizada con carteles que explican con detalle cada una de las zonas o construcciones que nos encontramos, pero aun así merece la pena visitar el centro de interpretación del lugar, ya que en él se expone una buena cantidad de objetos que se han recuperado y se explican muchos detalles de la historia, evolución y declive de la ciudad.
Cómo llegar a la ciudad romana de Cáparra:
La forma mas sencilla es salir de Plasencia en dirección a Salamanca por la N-630 y seguir las indicaciones para ir hacia Guijo de Granadilla. En la carretera que va hacia Guijo hay varias señales que llevan hasta Cáparra.